domingo, 15 de febrero de 2009

Microsoft pone precio a la cabeza de un hacker

«se busca el autor del virus "conficker". Recompensa 200.000 dólares -al cambio, 194.000 euros-». Como si uno de esos carteles del lejano Oeste con la leyenda 'Wanted' se tratara, Microsoft ha decidido poner precio a la cabeza del creador del escurridizo gusano. El gigante informático parece estar desbordado por la rápida extensión del 'malware'.

Como si uno de esos carteles del lejano Oeste con la leyenda 'Wanted' se tratara, Microsoft ha decidido poner precio a la cabeza del creador del escurridizo gusano.
El gigante informático parece estar desbordado por la rápida extensión del 'malware'. Que el 6% de los ordenadores de todo el mundo, según las primeras estimaciones de las autoridades internacionales, hayan caído en apenas unas semanas en la trampa de los hackers no es un buen cartel para Windows, su producto estrella.
A la multinacional fundada por Bill Gates -ahora en un segundo plano- no le ha quedado otro remedio que rascarse el bolsillo ante la lluvia de críticas de los usuarios del popular sistema operativo por la facilidad con la que el germen virtual se ha colado en diez millones de computadores. ¡Y en menos de tres meses! Policía internauta

«La gente que lo difundió debe rendir cuentas», clamó el responsable de seguridad de Microsoft, George Stathakopulos, en declaraciones a la BBC. Al ejecutivo se le notaba irritado. Tanto que asumió el rol de policía internauta durante su intervención en la cadena británica: «No estamos dispuestos a quedarnos sentados y permitir que este tipo de actividad quede impune».
¿Por qué pista pagaría la compañía? Por cualquiera, a tenor de la ambigua declaración de sus mandatarios. Sólo debe ser suficientemente golosa para que «conduzca al arresto y condena de los responsables del lanzamiento ilegal del malicioso código 'Conficker'».
Al tratarse de un virus transmitido por los frágiles conductos de la red de redes, residentes de todo el mundo pueden recibir la jugosa recompensa. Siempre de acuerdo a las leyes de cada país, claro. No es la primera vez que Microsoft ofrece dinero a cambio de información sobre algún malintencionado pirata informático. Con antelación, la poderosa firma estadounidense ha recurrido tres veces a ese sistema.

El último desembolso condujo a la captura de la persona que expandió el dañino 'Sasser' en 2005.
Como en aquella ocasión, el escurridizo 'Conficker' -también conocido como 'Downadup'- ha infectado a cientos

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lunes, 9 de febrero de 2009

¿Es el software libre "comunista"? Tal vez sí...

Por: Terry Hancock

Algunas personas prominentes han llamado al software libre "comunista" en un intento de traernos los tabus de la Guerra Fría en contra del movimiento; una especie de "opción nuclear" de FUD. Yo recuerdo personalmente la paranoia de la Guerra Fría, y pensé entonces (y todavía lo hago) que fué "estúpida".

Así que en vez de reaccionar como varios han hecho con la acción refleja de "¡no, no lo es!". Yo propongo aceptar la etiqueta y ver a donde nos lleva su entendimiento. ¿A lo mejor hay algo comunista en el software libre? Pienso que ya lo veremos, sin embargo, la idea de detrás del software libre es mas radical: No menos "comunista" que "capitalista", ni mas, tampoco.


La cansada retórica de la Guerra Fría


Agosto 6 es conocido como el "Día de la Paz". Es un nombre irónico para el día que conmemora el momento de 1945 que los Estados Unidos se convirtió en el único país alguna vez (antes o después) en usar un arma nuclear sobre seres humanos vivos. Podría sostenerse que ese acto de ofensiva final en la segunda guerra mundial fué también el inicio de la ofensiva de la Guerra Fría. Habíamos cooperado inquietamente con los Comunistas Soviéticos para ganar la guerra, y cuando se terminó, nuestra máquina política comenzó la primera prueba del "Nuevo Siglo Americano", con el monopolio Americano sobre el control de armas nucleares con el gran palo necesario para patrullar al mundo.


Poco despues en los años siguientes, los Sovieticos superaron esa desventaja; se inició el "miedo rojo"; y comenzaron las cacerías de bruja anticomunistas del Senador McCarthy; y la palabra "comunismo" se volvió algo mas que la clasificación académica de una filosofía socio-política particular. Se volvió una palabra sucia, sinónimo de "traidor", y si Bill Gates todavía puede obtener un aumento al usarla para describir al movimiento de software libre, entonces aparentemente todavía no hemos superado esa paranoia.


Pero a la final, es solo una palabra; una idea que, buena o mala, atrajo a millones de seres humanos por décadas. Yo creo algo de entendimiento hay que puede obtenerse al considerar el software libre desde una perspectiva comunista. tal vez en cierta forma importante, el software libre es merecedor del nombre "comunista". No la palabra sucia, no la ignorante amenaza totalitaria del partido comunista, sinó del concepto puro que hay detrás. La parte del comunismo que convenció a millones de personas de que podría ser una buena idea.



Trabajar juntos es algo bueno, ¿verdad? El ideal de unidad por un propósito, es vital en las expresiones comunistas para sus propios objetivos. Pero tal vez lo único que deberíamos temer de esta foto es el arma; el fantasma de la coacción estatal para alcanzar la unidad. Algo completamente distinto es si el pueblo trabaja unido por la libertad. (Propaganda Poster de Wikipedia Commons: Domínio Público).


El comunismo fué una filosofía política que intentó resolver ciertos tipos de problemas sociales en el Oeste Capitalista que fueron (y son) francamente verdaderos problemas reales: pobreza, estratificación en clases, injusticia social. Aquello que pareció no resolver esos problemas al ser aplicados a escala nacional durante el siglo 20 representó un error humano, pero difícilmente fué la encarnación del mal. Y no habré dado todavía ni la ilusión de una explicación hasta no ver el punto de vista de sus partidarios. Los propios comunistas no ven al control central del estado en la economía como el objetivo del comunismo; sinó su medio. Marx, de hecho, sostuvo que debería esperarse a que se "marchitara".


No, el objetivo del comunismo, como los comunistas lo describirían, es implementar el ideal comunista:


De cada quien segun su habilidad, a cada quien segun su necesidad.


En este sentido en particular, el desarrollo de software libre de hecho lo sigue. Como casi siempre no hay remuneración material directa y exclusiva por el trabajo realizado hecho, las principales razones para hacer trabajo de software en proyectos libres de la comunidad son las habilidades y deseos de los desarrolladores. Tenemos una "interes-ocracia", como algunos le han descrito; aquellos que les interesa lo suficiente el diseño como para hacer el trabajo, terminan determinando como es hecho.


Asi mismo, la naturaleza del software como información y su costo de replicación cercano a cero del trabajo nos lleva naturalmente a la una condición en la cual no hay razón para no tomarla segun tus necesidades.


La conexión esencial, irrompible entre el dar de la producción y el recibir del consumo se rompe naturalmente por la naturaleza del software mismo. Temiendo las consecuencias económicas de esta realidad en una sociedad que toma la conservación del número y la masa (propiedades naturales de la materia, pero no naturales para la información); nuestras sociedades capitalistas han construido elaborados, controles de mercado centralmente-administrados (¿suena familiar?) para obligar al mercado de la información, en contra de su naturaleza, imitar las propiedades del mercado material.


Llamamos esos controles, colectivamente, el "régimen de propiedad intelectual". Y lo que fué alguna vez una relativamente inócua implementación, limitada tanto en tiempo como alcance, se ha vuelto enorme. Cuando chicos de 12 años y ancianos están siendo amenazados con juicios y multas por mas de lo que ellos podrían ganar en los proximos diez años por el horrible crimen de escuchar música y compartirla con sus amigos; cuando enormes corporaciones usan ejércitos de abogados para demandar control de ideas triviales mediante las patentes de software; cuando los tratados internacionales dependen de la aplicación mas estricta y controles mas estrictos en la diseminación de información; cuando el hecho de meramente escribir software capaz de romper esas ataduras sobre la libertad intelectual es convertida en delito criminal; podemos acaso pretender que las "Leyes PI" ¿son menos opresivas que la "economía dirigida" comunista?


El software libre elimina esos controles no naturales, liberando el mercado, y permitiendo productos de información asumir su actitud natural. Una actitud, que; curiosamente; abraza los ideales de una sociedad comunista.


Comunismo de Libre-Mercado


De hecho, la estrategia de la licencia libre/copyleft y todo el concepto de la producción basada entre compañeros de la comunidad corta justo a travez de este espectro político, destruyendo las barreras tradicionales, porque alcanza los ideales comunistas sin las restricciones que los capitalistas objetan.


Como contrato social, las licencias libre-copyleft como la GPL dibujan una muy distinta barrera de "propiedad" personal en la esfera intelectual de tanto capitalismo o comunismo como lo hace en el mundo material. A la atribución le es concedida mayor importancia, es el combustible importante para el "juego de la reputación" que mantiene a creadores excelentes en una posición de crear. Pero la habilidad de controlar el uso y replicación del trabajo es rechazada. Efectivamente, por la via del requerimiento copyleft, el control de este mercado artificial es negado a todos, asegurandose de que el trabajo es libre para uso, reuso, mejora y difusión del trabajo mejorado. El trabajo es poseido en ese sentido, no por una individualidad, sino por "los comunes".


Así puede decirse que es tanto "comunismo" como "libre-mercado"; al menos desde cierto punto de vista. Nosotros en el Oeste hemos sido acondicionados a creer que el libre-mercado siempre escoje la competencia, pero en el caso del software libre, el mercado libre escoje la cooperación, o para ponerlo con franqueza, comunismo (osea decir, incentivar al pueblo a comportarse comunalmente y mantener la propiedad en común). El pueblo puede participar en un proyecto de software libre con poco o ningún "capital", así que no hay razón para amasar grandes inversiones de capital, por tanto no hay necesidad concreta del "capitalismo" como tal (en contraposición al caso del software privativo, ¡no necesitas que una compañia de inicio a un proyecto de software libre!).


Esa, por supuesto, es la bala de cañon que golpea y desbarata desde abajo los argumentos capitalistas de la importancia de controles de propiedad intelectual para mantener la producción. Ellos lo toman como una conclusión ya decidida que la producción es imposible sin inversión monetaria capital y que los honorarios en licencias son la única forma de recuperar la inversión. Sin embargo, la producción de software libre es demostradamente tan eficiente y reductiva de costos que la inversión capital se vuelve prácticamente irrelevante para todos menos una pequeña mayoría de proyectos de software. Por lo tanto, medios menos restrictivos de acumular ganancias; como contratos por servicio, comosiones recibidas de antemano, e inversión basada en el valor de uso personal; han probado ser suficiente para satisfacer las mucho mas modestas demandas de los proyectos de software libre.


Contrario a las suposisiones de nuestra sociedad, "libre mercado" no necesariamente implica "capitalista". El "Capitalismo" se refiere a la práctica específica de acumular capital para iniciar empresas. En el mercado material, los libres mercados aparentan llevar al capitalismo, pero no podemos asumir con seguridad que así será con los mercados de la información.


En un mercado libre de producción basada en el compañerismo comunitario (PBCC), se contribuye espontaneamente a la mano de obra para la culminación de objetivos por pura diversión (o interés personal ilustrado, lo que prefieran; que generalmente yo hago) para ayudar el esfuerzo comunitario, basado en las habilidades de la gente que contribuye. Esto ocurre completamente sin la coerción estatal ni controles de mercado. "De cada quien segun su habilidad, a cada quien segun su necesidad" ocurre sin ningún tipo de cumplimiento estatal (ej: en un mercado libre). Por lo tanto PBCC o el desarrollo de software libre, es un caso real, funcional del "comunismo de libre mercado".


Ya sabemos que este sistema funciona. Construyó GNU. Construyó Linux. Construyó X. Construyó Wikipedia. Ha logrado cosas con poco o ninguna inversión capital que cuesta a las corporaciones billones de dolares en capital (comparese con Microsoft Windows, el S/O Apple (antes del SO/Darwin X), y la enciclopedia Brittanica). Y lejos de ser copias inferiores como nuestro sistema de educación capitalista Occidental dice que deben ser, aparentan ser al menos tan buenos sinó mejores que sos equivalentes privativos. En varios casos; como la Internet misma; no hay equivalentes privativos.


Una nueva revolución


Este mercado libre, economía de bazaar realmente no se parece a las sociedades comunistas reales del siglo 20. Pero podrían parecerse a la visión que Marx tuvo en su cabeza; la de una sociedad que funcionaba, que no necesitase controles de mercado ni opresión para funcionar. Pero eso no es algo que debamos estar ansiosos de condenar, ¿o si?


Pienso que la única razon que la gente no dice esto es porque tienen miedo de ser etiquetados "comunistas" debido a la paranoia histórica. Pero no creo que debamos ser tan reactivos. Debemos elevarnos de ese nivel, y comprender que eso es exactamente lo que estamos haciendo con el movimiento de software libre y el bazaar; nos estamos elevando sobre el las agotadas concepciones del siglo 20 de "comunismo" y "capitalismo". Estamos reemplazando ambas en la forma que todo sistema antiguo hubiera tenido esperanza de reemplazar; construyendo algo que funciona mucho mejor.


¡Larga vida a la revolución!


Copyright © 2006 Terry Hancock / Creative Commons Attribution-ShareAlike License (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5)


Publicado originalmente en: http://www.freesoftwaremagazine.com/node/1707

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Barricadas cyberneticas contra el sistema

El Mundo


Cuando las calles de Atenas empezaron a arder, pocos de los asiduos a un pequeño café de la calle Banchi di Sopra, en Siena, se sorprendieron. Tampoco se extrañaron los jóvenes que acuden a diario a un local social de la plaza del Sol de Barcelona. Sabían de antemano que Grecia sería el foco de atención y se preparaban para respaldar las protestas a distancia.



Hay quien ve las cosas pasar y hay quien decide que las cosas pasen. Los estudiantes griegos salieron a la calle, y el mundo recibió la noticia con estupor. Fueron muchos los que se preguntaron: ¿Qué sucede? ¿Por qué tanta rabia?

Muchos, sí, pero no todos. Porque en el mismo momento en que el primer joven pisaba las aceras de Atenas para manifestarse, decenas de páginas de internet informaban con precisión sobre lo que estaba sucediendo. Son webs independientes, abiertas a todos y actualizadas al minuto.

Las gestionan entidades alternativas, relacionadas con los movimientos sociales que crecen sin freno, conectados entre sí. No importa que algo suceda en Buenos Aires o Seattle, en Madrid, Roma o Atenas se enterarán al momento.

«Si nos ponemos, somos capaces». La frase es casi un lema para los movimientos sociales, dice, José David Carracedo, redactor del periódico Diagonal, publicación alternativa, sin directores, regida por asamblea y con una tirada de 15.000 ejemplares.

Ligado hace años al movimiento zapatista, Carracedo ha visto cómo su lucha iba cobrando vida. Fue hace casi 10 años, cuando estudiaba en Londres. «El 18 de junio de 1999 se convocó una jornada anticapitalista en 35 ciudades del mundo», recuerda, «se demostró cómo pocas personas eran capaces de poner en jaque al sistema». Colapsaron la capital británica, lograron incluso que la Bolsa cerrara durante media hora, se llevaron a cabo más de 300 acciones contra bancos, multinacionales, empresas de armas, petroleras... Aquel día comenzó algo que ha seguido sin tregua y aún sorprende a muchos.

«¿Que por qué se extrañan todavía? Pues porque los medios y los poderes institucionales impiden saber que hay otras realidades. Nos dibujan como un grupo reducido, dicen que somos 1.000 personas en todo el mundo, que manipulamos las cifras, pero somos decenas de miles, y si nos ponemos, somos capaces». Lo fueron aquel verano en Londres, donde montaron 40 puntos de información que retransmitían por internet de forma inmediata lo que sucedía en la ciudad. La rigurosidad fue tal, que la cadena ABC de EEUU dedicó horas de programación tratando de analizar el éxito de aquellos jóvenes que, según pensaban, habían salido de la nada. Se equivocaban, como se han equivocado ahora.

Estos jóvenes -y no tan jóvenes- están súmamente organizados y conectados, proceden de los más diversos colectivos, de las causas y lugares más dispares, pero todos con un objetivo común: «Denunciar la injusticia». «Ni en la manifestación contra la Cumbre de la UE en Barcelona, donde hubo más de 300.000 personas; ni en las protestas contra la guerra, en las que hubo millones de personas; ni en las acciones contra la discriminación a los inmigrantes. No han sido capaces de vernos, no creen que seamos un grupo unificado porque no saben darnos nombre, porque no pueden etiquetarnos», comenta Carracedo. «Somos redes muy amplias, diversas, en las que cabe todo el mundo, y no nos han querido prestar atención».

Los amigos del joven Alexander, el griego asesinado por un policía en Atenas, lo avisaban, como llevan avisando desde hace años los movimientos sociales: «Somos vuestros hijos. Esos conocidos, desconocidos. Esperábamos que nos defendiérais, esperábamos que os interesárais. Que por una vez nos hiciérais sentir orgullosos. En vano».

«Lo que sucede es que de pronto nos cuentan que hay hambre en Somalia, como si ayer no lo hubiera, o nos dicen que hay malestar entre los jóvenes griegos, como si hace cuatro días no lo tuvieran», opina Pascual Serrano, fundador de rebelion.org, la web alternativa más antigua en castellano y posiblemente la más leída. «Se ofrece espectáculo, la anécdota, y se criminaliza a los movimientos alternativos; se informa desde la emotividad, los medios convencionales dan partes de guerra, no se explica el contexto, y eso hace que la gente se sorprenda».

Y que otros busquen en medios paralelos. Ocurrió en Seattle, el 30 de noviembre de 1999. Aquel frío martes comenzaba en la ciudad estadounidense una reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un encuentro que decenas de miles de personas se habían propuesto reventar. Sin violencia, sin miramientos. Y lo consiguieron. Sindicatos, asociaciones ecologistas, profesionales, anarquistas, gente a título personal. Más de 100.000 manifestantes boicotearon una reunión en la que debían participar 150 dirigentes mundiales. Nació entonces el puntal, el referente de la información alternativa mundial, indymedia.org, web en la que todos los movimientos sociales vierten sus convocatorias y opiniones.

El Día Internacional de la Acción Directa logró frenar algunas de las propuestas que debían debatirse, como la ampliación de la jornada laboral a 65 horas semanales. ¿Les suena? Sí, hace ya 10 años que la iniciativa planea sobre las mesas de los despachos del poder y fueron estos grupos -tachados de utópicos y de violentos por muchos- los que lo frenaron entonces.

«El desencanto social es viejo, encontramos las primeras expresiones en el siglo XIX, con la consolidación del capitalismo en Inglaterra», comenta Rodrigo Araya, miembro del grupo de investigación egoredes.org, del Departamento de Antropología de la Universtat Autònoma de Barcelona. Lo novedoso, según Araya, es que «hoy no hay intermediarios. Antes dependíamos de los medios de masas o los partidos políticos».

Y recuerda que «si los activistas son una red diversa, que conecta mundos sociales distintos y tienen alta capacidad de intermediación, la revuelta puede lograr un peak y desestabilizar un sistema e incluso crear una revolución».

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